Plegaria Eucarística de la reconciliación I

 PLEGARIA EUCARÍSTICA 
« DE LA RECONCILIACIÓN » I

Las plegarias eucarísticas de la Reconciliación pueden usarse en las misas en las que se presenta a los fieles, de un modo particular, el misterio de la reconciliación, por ejemplo en las misas para fomentar la concordia, por la reconciliación, por la paz y la justicia, en tiempo de guerra o desorden, por el perdón de los pecados, para pedir la caridad, del misterio de la santa Cruz, de la santísima Eucaristía, de la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y en las misas del tiempo de Cuaresma, Aunque disponen de prefacio propio, sin embargo, pueden usarse también con otros prefacios que hagan referencia a la penitencia y a la conversión, como por ejemplo, con los prefacios de Cuaresma.

℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.

℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

CP
En verdad es justo y necesario darte gracias siempre, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno:

Porque no dejas de alentarnos a tener una vida más plena, y, como eres rico en misericordia, ofreces siempre tu perdón e invitas a los pecadores a confiar sólo en tu indulgencia.

Nunca te has apartado de nosotros, que muchas veces hemos quebrantado tu alianza, y por Jesucristo tu Hijo, nuestro Redentor, tan estrechamente te has unido a la familia humana con un nuevo vínculo de amor, que ya nada lo podrá romper.

Y ahora, mientras le ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y reconciliación, alientas a esperar en Cristo Jesús a quien se convierte a ti y le concedes ponerse al servicio de todos los hombres, confiando mas plenamente en el Espíritu Santo.

Por eso, llenos de admiración, ensalzamos la fuerza de tu amor y proclamando la alegría de nuestra salvación, con todos los coros celestiales, cantemos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP

Santo eres en verdad, Señor, que desde el principio del mundo obras siempre para que el hombre sea santo, como tú mismo eres santo.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC

Te pedimos que mires los dones de tu pueblo, y derrames sobre ellos la fuerza de tu Espíritu

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
para que se conviertan en el Cuerpo y 
 la Sangre

Junta las manos.
de tu amado Hijo, Jesucristo, en quien nosotros también somos hijos tuyos.
Aunque en otro tiempo estábamos perdidos y éramos incapaces de acercarnos a ti, nos amaste hasta el extremo: tu Hijo, que es el único Justo, se entregó a sí mismo a la muerte, aceptando ser clavado en la cruz por nosotros.

Pero antes de que sus brazos, extendidos entre el cielo y la tierra trazasen el signo indeleble de tu alianza, él mismo quiso celebrar la Pascua con sus discípulos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Mientras comía con ellos,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan y dando gracias te bendijo, lo partió y se lo dio.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena, sabiendo que iba a reconciliar todas las cosas en sí mismo, por su sangre derramada en la cruz,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar. prosigue:
tomó el cáliz, lleno del fruto de la vid, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.

Muestra el cáliz al pueblo. lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:
CP
Éste es el Misterio de la fe.

O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
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O bien:
CP
Éste es el Misterio de nuestra fe, Cristo nos redimió.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien:
CP
Éste es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Salvador del mundo, sálvanos, que nos has liberado por tu cruz y resurrección.

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Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice
CC
Así, al celebrar el memorial de tu Hijo Jesucristo, nuestra Pascua y nuestra paz verdadera, hacemos presente su muerte y resurrección de entre los muertos, y, mientras esperamos la venida gloriosa, te ofrecemos, Dios fiel y misericordioso, la víctima que reconcilia a los hombres contigo.


Mira bondadosamente, Padre, a quienes unes a ti por el sacrificio te tu Hijo, y concédeles, por la fuerza del Espíritu Santo, que, participando de un mismo pan y de un mismo cáliz, formen en Cristo un solo cuerpo, en el que no haya ninguna división.

C1

Guárdanos siempre en comunión de fe y amor con nuestro Papa N., y con nuestro Obispo N.

Aquí se puede hacer mención del Obispo Coadjutor o Auxiliar.

Ayúdanos a esperar la venida de tu reino hasta la hora en que nos presentemos a ti, santos entre los santos del cielo, con María, la Virgen Madre de Dios, con los apóstoles y con todos los santos, y con nuestros hermanos difuntos, que confiamos humildemente a tu misericordia.

Entonces, liberados por fin de toda corrupción y constituidos plenamente en nuevas criaturas, te cantaremos gozosos la acción de gracias

Junta las manos.

de tu Ungido, que vive eternamente.

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
CP o CC
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. 

El pueblo aclama:
℟. Amén.  

Después sigue el rito de la Comunión.