Plegaria Eucarística III

 PLEGARIA EUCARÍSTICA III

℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.

℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

Sigue el prefacio, dicho según las rubricas, que se concluye:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC 
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,  

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo  la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, Junta las manos. que nos mandó celebrar estos misterios. 

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
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En la Misa vespertina del Jueves santo:

    habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo y, mientras cenaba con sus discípulos,
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Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos. 

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue: 
Del mismo modo, acabada la cena, 

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue: 
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos. 

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:
CP
Éste es el Misterio de la fe.

O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
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O bien:
CP
Éste es el Misterio de nuestra fe, Cristo nos redimió.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien:
CP
Éste es el Misterio de la fe, Cristo se entregó por nosotros.

Y el pueblo prosigue, aclamando:
℟. Salvador del mundo, sálvanos, que nos has liberado por tu cruz y resurrección.

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Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC 
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo. 

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu. 

C1: 
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2: 
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N .

Aquí se puede hacer mención del Obispo Coadjutor o Auxiliar.
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    El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
    conmigo, indigno servidor tuyo,

    Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
    con mí hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo, indigno siervo tuyo,

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al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
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INTERCESIONES PARTICULARES

En las Misas de Pascua, de su Octava y en la del bautismo de adultos:
Confirma en la fidelidad cristiana a tus hijos [N. y N.] que hoy, por medio del bautismo: [y del don del Espíritu] has llamado a formar parte de tu pueblo y concédeles andar siempre en una vida nueva
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Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
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En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:
en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

En la Natividad del Señor y durante su octava:
(en la noche santa) en el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo.

En la Epifanía del Señor:
en el día santo en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de propia carne hecho hombre.

Desde la Misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:
(en la noche gloriosa) en el día glorioso de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne.

En la Ascensión del Señor:
en el día glorioso de la Ascensión, en el que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la tierra.

En el domingo de Pentecostés:
en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos.
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Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. 

 A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,  

Junta las manos. 
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
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Cuando esta plegaria eucarística se utiliza en las misas de difuntos, puede decirse:
 Recuerda a tu hijo [hija] N. a quien llamaste [hoy] de este mundo a tu presencia: concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo comparta, también, con él la gloria de la resurrección, cuando Cristo haga surgir de la tierra a los muertos, y transforme nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo. Y a nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas,

Junta las manos. 
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
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Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
CP o CC
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. 

El pueblo aclama:
℟. Amén.  

Después sigue el rito de la Comunión.