PREFACIO COMÚN IX
La gloria de Dios es el hombre viviente
Este prefacio se dice en las misas que carecen de prefacio propio y no deben tomar un prefacio del tiempo.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero;
el universo está lleno de tu presencia,
pero sobre todo
has dejado la huella de tu gloria
en el hombre creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano
en el proyecto de la creación
y le das tu Espíritu
para que sea artífice de justicia y de paz,
en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos con alegría
el himno de tu alabanza:
Al final del prefacio junta las manos y, en unión con el pueblo, concluye el mismo prefacio, cantando o diciendo con voz clara:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.