PREFACIO I DE LAS ORDENACIONES
El sacerdocio de Cristo y el ministerio de los sacerdotes
Este prefacio se dice en la misa crismal y en la misa de la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote.
Se puede decir también en la misa de la ordenación de obispos y presbíteros.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues, por la unción del Espíritu Santo, constituiste a tu Unigénito pontífice de la nueva y eterna alianza, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.
Él no solo confiere la dignidad del sacerdocio real a todo el pueblo redimido, sino que, con fraternal predilección, elige a algunos hombres, para hacerlos, por la imposición de las manos, participes de su ministerio santo.
Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redención humana, preparan para tus hijos el banquete pascual, preceden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con la palabra y lo fortalecen con los sacramentos.
Entregando su vida por Ti y por sus hermanos, tus sacerdotes, Señor, van configurándose a Cristo, y han de darte testimonio constante de fidelidad y amor.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Al final del prefacio junta las manos y, en unión con el pueblo, concluye el mismo prefacio, cantando o diciendo con voz clara:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.