PREFACIO II DE LAS ORDENACIONES
Cristo, origen de todo ministerio eclesial
Este prefacio se dice en la misa de la ordenación de obispos, presbíteros y diáconos.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas.
En verdad es justo y necesario alabarte y darte gracias, Padre santo, Dios omnipotente y misericordioso, de quien proviene toda paternidad en la comunión de un solo Espíritu.
En tu Hijo Jesucristo, sacerdote eterno, siervo obediente, pastor de los pastores, has puesto el origen y la fuente de todo ministerio, en la viva tradición apostólica de tu pueblo peregrino en el tiempo.
Con la variedad de los dones y de los carismas tú eliges dispensadores de los santos misterios, para que en todas las naciones de la tierra se ofrezca el sacrificio perfecto, y con la palabra y los sacramentos se edifique la Iglesia, comunidad de la nueva Alianza, templo de tu gloria.
Por este misterio de salvación, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu alabanza:
Al final del prefacio junta las manos y, en unión con el pueblo, concluye el mismo prefacio, cantando o diciendo con voz clara:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.