PREFACIO III DE SANTA MARÍA VIRGEN
María, modelo y madre de la Iglesia
Este prefacio se dice en las Misas de la Santísima Virgen.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno,
y alabarte debidamente
en esta celebración en honor de la Virgen María.
Ella, al aceptar tu Palabra con limpio corazón,
mereció concebirla en su seno virginal,
y al dar a luz a su Hijo preparó el nacimiento de la Iglesia.
Ella, al recibir junto a la cruz
el testamento de tu amor divino,
tomó como hijos a todos los hombres,
nacidos a la vida sobrenatural
por la muerte de Cristo.
Ella, en la espera gozosa del Espíritu,
al unir sus oraciones a las de los discípulos,
se convirtió en el modelos de la Iglesia suplicante.
Desde su asunción a los cielos,
acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina,
y protege sus pasos hacia la patria celeste,
hasta la venida gloriosa del Señor.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos diciendo sin cesar:
Al final del prefacio junta las manos y, en unión con el pueblo, concluye el mismo prefacio, cantando o diciendo con voz clara:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.