6 de enero
EPIFANÍA DEL SEÑOR
Solmenidad
Donde la solemnidad de la Epifanía no es fiesta de precepto, se celebra el domingo comprendido
entre el 2 y el 8 de enero.
Misa de la Vigilia
Esta misa se puede utilizar en la tarde anterior a la solemnidad, antes o después de las primeras
Vísperas de la Epifanía.
Antífona de entrada (Cf. Bar 5, 5)
Álzate, Jerusalén, mira hacia oriente y contempla a tus hijos: reunidos desde
donde sale el sol hasta el ocaso.
Se dice Gloria.
Oración colecta
Te rogamos, Señor,
que el esplendor de tu majestad ilumine nuestros corazones,
para que podamos atravesar las tinieblas de este mundo
y lleguemos a la patria de la claridad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Primera lectura (Is 60, 1-6)
La gloria del Señor amanece sobre ti.
Lectura del libro de Isaías.
¡Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial (Sl 71)
℟. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. ℟.
En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. ℟.
Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos. ℟.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. ℟.
Segunda lectura (Ef 3, 2-3a. 5-6)
Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.
Hermanos:
Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de ustedes, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
Palabra de Dios.
Aclamación antes del Evangelio (Cf. Mt 2, 2)
Aleluya, aleluya, aleluya.
Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor.
Evangelio (Mt 2, 1-12)
Venimos a adorar al Rey.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Se dice Credo. A las palabras: Y por obra... todos se arrodillan.
Oración sobre las ofrendas
Señor, recibe nuestros dones ofrecidos en la Epifanía de tu Unigénito
y en los comienzos de la salvación de los pueblos gentiles,
para que celebremos tu alabanza
y se realice en nosotros la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Epifanía.
Si se utiliza el Canon romano, se dice Reunidos en comunión... propio. En las otras Plegarias eucarísticas también se dicen las partes propias para
esta Misa.
Antífona de comunión (Cf. Ap 21, 23-24)
La gloria del Señor ilumina la ciudad santa de Jerusalén y las
naciones caminarán a su luz.
Oración después de la comunión
Renovados por estos santos alimentos,
suplicamos, Señor, tu misericordia, para que la estrella de tu salvación brille siempre en nuestro espíritu
y nuestro tesoro sea poder reconocerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fórmula de Bendición solemne (N 4).