Solemnidad de la Epifanía del Señor | Misa del Día

 6 de enero
EPIFANÍA DEL SEÑOR
Solmenidad

Donde la solemnidad de la Epifanía no es fiesta de precepto, se celebra el domingo comprendido entre el 2 y el 8 de enero.

Misa del Día

Esta misa se puede utilizar en la tarde anterior a la solemnidad, antes o después de las primeras Vísperas de la Epifanía.

Antífona de entrada  (Cf. Mal 3, 1; 1 Cro 19, 12)
Miren que llega el Señor que domina; en su mano está el reino y el poder y la fuerza.

Se dice Gloria

Oración colecta 
Oh, Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Primera lectura (Is 60, 1-6)
La gloria del Señor amanece sobre ti.

Lectura del libro de Isaías.

¡Levántate y resplandece, Jerusalén,
porque llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
Las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos,
pero sobre ti amanecerá el Señor,
y su gloria se verá sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Levanta la vista en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen hacia ti;
llegan tus hijos desde lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
Entonces lo verás, y estarás radiante;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,
y a ti llegan las riquezas de los pueblos.
Te cubrirá una multitud de camellos,
dromedarios de Madián y de Efá.
Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,
y proclaman las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial (Sl 71)
℟. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. ℟.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. ℟.

Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos. ℟.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. ℟.

Segunda lectura (Ef 3, 2-3a. 5-6)
Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios.

Hermanos:
Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de ustedes, los gentiles.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Palabra de Dios.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Mt 2, 2)
Aleluya, aleluya, aleluya.
Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor.

Evangelio (Mt 2, 1-12)
Venimos a adorar al Rey.

 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Vayan y averigüen cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor.

Donde sea costumbre o se considere oportuno, después del Evangelio se pueden anunciar las fiestas móviles del año.

Se dice Credo. A las palabras: Y por obra... todos se arrodillan. 

Oración sobre las ofrendas 
Mira propicio, Señor, los dones de tu Iglesia que no son oro, incienso y mirra, sino Jesucristo que, en estas ofrendas, se manifiesta, se inmola y se da en alimento. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de Epifanía.

Si se utiliza el Canon romano, se dice Reunidos en comunión... propio. En las otras Plegarias eucarísticas también se dicen las partes propias para esta Misa.

Antífona de comunión (Cf. Mt 2, 2) 
Hemos visto salir su estrella en Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.

Oración después de la comunión 
Que tu luz, Señor, nos prepare siempre y en todo lugar, para que contemplemos con mirada limpia y recibamos con amor sincero el misterio del que has querido hacernos partícipes. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fórmula de Bendición solemne (N 4).